"Nosotros somos los sans-culottes". Era la noche del domingo 14 de julio de 1935, y la humorada, que refería a que ese día se celebraba otro aniversario de la toma de la Bastilla, forjada por la fuerza de choque llamada los "sans-culotte", se transformó primero en un quiebre y, luego, en el comienzo de una de las historias más célebres en el rugby argentino.
Fuente: SIC
Un sello impuesto hace 75 años
"Nosotros somos los sans-culottes". Era la noche del domingo 14 de julio de 1935, y la humorada, que refería a que ese día se celebraba otro aniversario de la toma de la Bastilla, forjada por la fuerza de choque llamada los "sans-culotte", se transformó primero en un quiebre y, luego, en el comienzo de una de las historias más célebres en el rugby argentino. Arrancó en el Club Atlético San Isidro y se marchó hacia el San Isidro Club. Ayer se cumplieron 75 años, y los herederos lo festejaron bajo el signo del "Sans-culottes", expresión francesa cuya traducción al español significa "Sin calzones".
El episodio ocurrió durante el tercer tiempo del partido que el CASI había terminado de jugar contra GEBA. El clima no era el mejor entre las autoridades del viejo club de San Isidro, fundado el 24 de octubre de 1902, y los que practicaban rugby. Cuentan que cuando a uno de los pocos comensales que quedaban en el lugar se le volcó una copa de vino sobre el pantalón, optó por quitárselo. Inmediatamente, Jorge "El Francés" Conrad, uno de los integrantes de la Primera del Atlético, lanzó: "Nosotros somos los sans-culottes". Y la mayoría de sus compañeros siguió la cena en calzoncillos.
Hubo una denuncia, y a los pocos días la comisión directiva del CASI sancionó a los "sans-culottes". Los intentos de negociación fueron infructuosos. Y, entonces, se produjo el quiebre: 70 rugbiers se negaron a jugar y, tras varios actos que incluyeron hasta la presentación de otra lista en las elecciones, 440 personas (278 hombres y 162 mujeres) fundaron otro domingo, pero del 14 de diciembre de 1935, el San Isidro Club.
Familias y amigos quedaron separados. Durante mucho tiempo, algunos no pisaron el SIC y otros el CASI. Veían los clásicos desde afuera. La rivalidad fue a cara de perro. Al Atlético, dominador del rugby en aquellos tiempos, le costó tanto recuperarse que recién volvió a ser campeón en 1943. El SIC lo logró antes: en 1941, y repitió en 1948.
Lo cierto es que el SIC nació como lo que es hoy: un club de rugby ejemplar. Después de 4 años en un terreno que alquilaba a razón de 100 pesos por mes, se adquirió el actual, que tenía dos Zanjas, origen del mote "Zanjeros". Y ya entrados en los 80, se acopló el Anexo en Bancalari, donde hoy funciona también el Pladar de Buenos Aires.
La llegada de Francisco "Catamarca" Ocampo en los 60 y el acople de un hombre único e indispensable como Carlos "Veco" Villegas dieron el kick-off a una era sensacional que aún perdura: 7 títulos en la década del 70; 6 en los 80; 4 en los 90 y 3 en el nuevo milenio. Sumados a triunfos internacionales y a una calidad de jugadores que podrían armar tres seleccionados argentinos completos con sus respectivos entrenadores. Pero, sobre todo, el SIC ha impuesto un sello basado sobre el respeto, el orden y lo que para sus cultores es una religión: el juego.
Se cumplieron ayer 75 años del episodio del "sans-culotte". Pero esa es sólo una figura. El SIC siempre tuvo los pantalones bien puestos.
A continuación publicamos una nota de Jorge Búsico, publicada en el diario La Nación, con motivo de los festejos del 14 de julio.
"Nosotros somos los sans-culottes". Era la noche del domingo 14 de julio de 1935, y la humorada, que refería a que ese día se celebraba otro aniversario de la toma de la Bastilla, forjada por la fuerza de choque llamada los "sans-culotte", se transformó primero en un quiebre y, luego, en el comienzo de una de las historias más célebres en el rugby argentino. Arrancó en el Club Atlético San Isidro y se marchó hacia el San Isidro Club. Ayer se cumplieron 75 años, y los herederos lo festejaron bajo el signo del "Sans-culottes", expresión francesa cuya traducción al español significa "Sin calzones". El episodio ocurrió durante el tercer tiempo del partido que el CASI había terminado de jugar contra GEBA. El clima no era el mejor entre las autoridades del viejo club de San Isidro, fundado el 24 de octubre de 1902, y los que practicaban rugby. Cuentan que cuando a uno de los pocos comensales que quedaban en el lugar se le volcó una copa de vino sobre el pantalón, optó por quitárselo. Inmediatamente, Jorge "El Francés" Conrad, uno de los integrantes de la Primera del Atlético, lanzó: "Nosotros somos los sans-culottes". Y la mayoría de sus compañeros siguió la cena en calzoncillos.Hubo una denuncia, y a los pocos días la comisión directiva del CASI sancionó a los "sans-culottes". Los intentos de negociación fueron infructuosos. Y, entonces, se produjo el quiebre: 70 rugbiers se negaron a jugar y, tras varios actos que incluyeron hasta la presentación de otra lista en las elecciones, 440 personas (278 hombres y 162 mujeres) fundaron otro domingo, pero del 14 de diciembre de 1935, el San Isidro Club.Familias y amigos quedaron separados. Durante mucho tiempo, algunos no pisaron el SIC y otros el CASI. Veían los clásicos desde afuera. La rivalidad fue a cara de perro. Al Atlético, dominador del rugby en aquellos tiempos, le costó tanto recuperarse que recién volvió a ser campeón en 1943. El SIC lo logró antes: en 1941, y repitió en 1948.Lo cierto es que el SIC nació como lo que es hoy: un club de rugby ejemplar. Después de 4 años en un terreno que alquilaba a razón de 100 pesos por mes, se adquirió el actual, que tenía dos Zanjas, origen del mote "Zanjeros". Y ya entrados en los 80, se acopló el Anexo en Bancalari, donde hoy funciona también el Pladar de Buenos Aires. La llegada de Francisco "Catamarca" Ocampo en los 60 y el acople de un hombre único e indispensable como Carlos "Veco" Villegas dieron el kick-off a una era sensacional que aún perdura: 7 títulos en la década del 70; 6 en los 80; 4 en los 90 y 3 en el nuevo milenio. Sumados a triunfos internacionales y a una calidad de jugadores que podrían armar tres seleccionados argentinos completos con sus respectivos entrenadores. Pero, sobre todo, el SIC ha impuesto un sello basado sobre el respeto, el orden y lo que para sus cultores es una religión: el juego.Se cumplieron ayer 75 años del episodio del "sans-culotte". Pero esa es sólo una figura. El SIC siempre tuvo los pantalones bien puestos.
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