Las imágenes muestran a niñas de 7 años maquilladas como mujeres sensuales
Fuente: qmujer
Son niñas de siete años que juegan a ser mujeres seductoras. Van pintadas, se ponen tacones, visten con trajes de Versace, Yves Saint Laurent o Lanvin cortados a su medida, lucen joyas de Bulgari o Boucheron y además se hacen sofisticados peinados. Son Thylane, Lea y Prune, tres niñas de menos de entre 7 y 10 años que han protagonizado el último reportaje fotográfico de la revista Vogue Paris Cadeaux en su edición de Diciembre-Enero. Un número que a pesar de agotarse en pocos días ha precipitado la caída de su todopoderosa redactora jefe, Carine Roitfeld, debido a una supuesta voluntad de emprender “nuevos proyectos personales”. La estilista Emmanuelle Alt será la encargada de relevarla.
El caso es que el polémico reportaje, publicado en una revista de prestigio como es Vogue, una histórica pensada para público adulto, no sólo ha precipitado el relevo en el puesto más alto de su redacción, sino que las críticas y el debate se han alimentado de tal forma en los medios de comunicación y en los foros de internet, que según los rumores que circulan por la red, Bernard Arnault, uno de los grandes en el mundo de la moda, presidente del grupo de lujo LVMH, habría trasladado su disgusto a Jonathan Newhouse, publicista de Vogue, amenazando incluso con retirar la publicidad de la revista. El caso es que, según cuenta el diario La Vanguardia, la directora de Vogue en España, Yolanda Sacristán, tiene muy claro que ella no publicaría en Vogue España un material de ese tipo. Y de hecho, el reportaje no salió publicado en la edición de nuestro país.
Personajes como Alexandro Palombo, ilustrador de moda, aún van más allá con sus opiniones y según él, el reportaje publicado por Vogue Paris “es un regalo ideal para pedófilos”. En realidad, las fotos no responden a publicidad para productos infantiles. No se trata tampoco de lolitas adolescentes, sino que las niñas modelo no sobrepasan los siete años y ya se les exige que hagan el papel de seductoras.
Sin embargo, las opiniones estan dividadas y es que, para otros, esto no dista del caso de esos niños que son virtuosos del violín a los siete años, con la única diferencia que en este caso estamos hablando de niñas que quieren ser modelos. Hay otros que lo ven como un juego, niñas que juegan a pintarse como mamá, y dicen que la malicia está en los ojos de quien lo mira. Parece que habría que encontrar el equilibrio entre el interés de los creativos publicitarios en llamar la atención de los lectores y el de los niños modelos, y sus padres. Pero es que en este caso, cabe preguntarnos si es necesaria la imagen de niñas recostadas en sábanas de satén, con unas miradas y unos ojos que se alejan bastante de la inocencia que debería caracterizarlas.